Acércate.

Recuerda que el problema con la locura es que ya no es vista como una virtud.


Bienvenidos

diciembre 21, 2019

Cada noche, después de leer un rato o de anotar algunas palabras muchas veces incoherentes en mi libreta de bolsillo, me detengo en la contemplación de los objetos que rodean mi librero. Es una costumbre hacerlo ya. Es entrada la madrugada. Observo el lomo de las enciclopedias, el polvo del estante, las grietas en la madera, las manchas del caracol que traje de mi última visita a la playa. Detener la mirada en las patas de la mesa, en el lienzo de una pintura, en los trofeos viejos. Poco a poco he ido traduciendo el susurro de los objetos, sus silencios, y ellos a su vez, estoy segura, se reconocen en los míos, e indagan en mis huesos, y saben los que hay detrás de mi piel, y lo que he perdido como ser humano y lo que deseo, y en ocasiones, cuando mi cenicero o el tarro de cerveza quieren, por ejemplo, hablarme de la eternidad, se dejan caer al piso sin quebrarse, que es la manera de decir que la eternidad existe y yo soy otra.

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