Todo indica que el aliento de la vida es la única esperanza de ser felices,
saber que estamos vivos que somos parte del tiempo, que somos parte del aire,
del viento, que el oxigeno nos envuelve y mece a su antojo y nos insufla
vida.
Si nosotros trazamos el camino, deberíamos poder decidir sin equivocarnos,
sin poder mirar atrás con la seguridad de un aventurero experimentado, sin
embargo, los pasos que damos muchas veces son erróneos, pero no por ello, menos
necesarios. La infancia es el cuento en el que se sustentan nuestras vidas, es
una letanía que nos ofrece el tiempo, una posibilidad de saborear la verdadera
esencia de las cosas, la mirada de un niño es siempre ilusionante e ilusionada. ¿En qué lugar perdí yo la mía? ¿En el primer beso, en el primer llanto…cuándo
comprendí que la felicidad está de paso, cuándo sentí la ausencia, el aislamiento, el vacío,
por primera vez? A pesar de todo, tengo mucho pero me sigue faltando algo importante.
Somos parte de un
movimiento, de una rutina en equilibrio, queremos tener amor, dinero y no
disfrutamos hasta que comprendemos o sentimos que algo puede ir mal y es
entonces cuando compruebas que todo aquello que tienes puede desaparecer sin
más, de un soplo, así, sin más y entonces quieres coger y guardar en un rincón
de tu alma todos los recuerdos,
momentos, sensaciones que alguna vez te hicieron feliz, y que los caminos que
hemos andado no nos permiten recuperar. Es entonces cuando quieres sacarle todo
el jugo a todas las sensaciones que nos ofrece el estar vivos, como lo hacías
cuando eras niño; entonces no podías entender el valor de cada segundo, de cada
sonrisa, de cada juego, y ahora que lo comprendes, no puedes disfrutarlo porque
no tienes la ilusión de aquellos ratos y porque te pasas las horas
preocupándote en encontrarla y en pensar que quizás cuando la encuentres, será
demasiado tarde. ¿Cómo se saborea un segundo, cómo se disfruta y palpa un
instante? La felicidad es algo tan simple y tan complicado, tan cálido y tan
helado cuando no está, tan amable y tan descortés… tan poca, tan lenta, tan
rápida…
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