La vida tiene varios sabores, por ejemplo, hay ocasiones en
las que nos sabe a dolor, a la sal de lágrimas que caen sin que podamos
evitarlo, a la amargura en la garganta, sabe a tristeza, a añoranza, a
desencanto, a comida caducada, a lejía...
Sabe a fuego en las entrañas, a odio, a ojos ciegos, a oídos
sordos, a gritos atorados en la garganta, a piel insensible, sin tacto alguno.
A muerte.
Afortunadamente, otras veces, y he descubierto a quién dar
las gracias por ello, la vida te da alegrías y puede saber a helado, a
palomitas con mucha mantequilla, a gomitas, a una coca cola bien fría, a café,
a tequila…
Sabe a abrazos sin precios, a nubes con formas infinitas
para imaginar, a una chimenea en un día
frío, al aire rozándote la piel. Sabe a una ducha tibia después de pasear bajo
una lluvia fría. Sabe a mar y arena. A un te amo dicho despacio en el oído, a
un beso robado, a una mirada que lo dice todo, a saltos de alegría, a risas
sinceras, al consuelo de un amigo, a sueños con prados verdes, a personas que
aún sin conocerlas son capaces de sacarte una sonrisa, a viejas películas
épicas, a una canción que habla de ti, a la comodidad mientras lees, a una
tarde de videojuegos, a una pijama caliente en un día frío…
Sabe a cosas bonitas y bellas.
"Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida".
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