Me gusta pensar que las almas al principio de los tiempos estuvieron unidas, que estaban juntas en una unión exacta y armoniosa, que fueron designadas por pares que funcionaran perfectamente una al lado de otra, después imagino que les fueron asignados cuerpos y la confusión las hizo perderse entre muchas otras, pero en sus recuerdos eternos, milenarios, siempre están a la espera de su alma par, en una persistente búsqueda del complemento, en una constante lucha por encontrarse. Entonces cuando creen que están cerca visitan a la otra por las noches, se meten a su cama y a sus sueños, protegen a los cuerpos del frío aire, se besan en la frente como niños, se escurren por las pieles como agua y se guían como se guía a un ciego.
Creo firmemente en que las almas reconocen su cauce como si fueran ríos que están ahí desde la formación del planeta y que entonces saben su rumbo a la perfección y saben el camino de memoria. Creo también que tienen un destino y que las cosas que han de suceder entre ellas nada puede evitarlas y que las cosas que no han pasar, tampoco habrá nada que las provoque.
Y creo con toda mi fuerza que las almas no se equivocan, que se recuerda y que siguen su trayectoria hasta el lugar indicado, hasta el momento correcto. Luego colapsan en espacio y tiempo definidos y se funden como el acero en el fuego.
Tu alma me recuerda de milenios y entra cada noche en mi ventana. Mi alma te recuerda eternamente y entra en tus días por la mañana.
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