Quito a mi vida horas, minutos, segundos, para sumarlos a tu tiempo, a tu vida. El tiempo que ya no es tiempo, que se escapa con ese respiro infinito del viento, con la muerte de cada día, con el camino transitado sin derecho a un regreso.
Por un momento floté en tus brazos, bailé en tus labios, sonreí como niña y canté tu canto. Desde la profundidad de mi mar nade por fin hasta la superficie y me elevaste hasta el arcoiris nacido de la unión de mis lágrimas y el sol de tu encanto.
No pude advertir cuando volví a encontrar tus ojos y sin saber cómo, entregué mi alma a tu cuerpo. Desesperada por detener el tiempo dibujo para ti caricias infinitas y finjo mis propios limites para que no percibas los tuyos.
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