Acércate.

Recuerda que el problema con la locura es que ya no es vista como una virtud.


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agosto 14, 2016

Caja roja

Este tiempo a solas en una habitación extraña y en soledad me ha permitido escribir unas cuantas cosas. Hoy no ha sido un día terrible, pero tampoco ha sido un día bueno, más bien ha sido un día cansado y triste. Mi vista fue hacia una caja roja con el frente de cristal que lleva la frase "rómpase en caso de emergencia". El que se encuentra en esta habitación es en caso de incendio y lleva dentro un extinguidor y una que otra cosa en caso de que sea necesario. Afortunadamente nunca he tenido que utilizar alguna de esas cajas rojas, aunque justo en este momento necesito una que contenga objetos que podrían salvarme.

Cuando tengo algún día complicado sin llegar a deprimirme pero si lo suficientemente cansada como para no hacer casi nada, como es el caso de hoy, siempre intento pensar en cosas que podrían hacerme sentir mejor. Quizá la felicidad no llegue a mi de repente y sé que la tristeza no siempre es una mala compañera, de todas formas hay que tener cerca ciertos recursos para decirle que se retire si se empieza a poner pesada.

Los días de tristeza a los que me refiero son de cuando extrañas a alguien, de cuando has cometido un error en el trabajo, sacaste una mala nota, cuando has pospuesto algún trámite importante, de que a pesar de haber dormido las horas reglamentarias te sientes cansado y sin una pizca de ánimos. Días que podrían solucionarse con pequeñas cosas y no casos en lo que de verdad está pasando algo grave ya que esto es más difícil e incluso ingenuo creer que se puede curar sin una ayuda más elevada.

En esos días en que la nostalgia no te detiene pero entorpece tu camino, deberíamos tener nuestra caja roja con cristal personal y romperla en caso de emergencia. Tener ahí nuestro disco favorito, un dulce o chocolate que podamos disfrutar lentamente, la foto de alguno de nuestros seres queridos, el libro predilecto, igual y un billete que nos haga salir y comprar cualquier tontería que nos haga feliz. Estos son ejemplos muy sencillos, ya cada quien tendría que armar su caja con las cosas que los hagan sentir realmente bien. Cada uno decidirá que lo puede salvar.

Mi caja tendría cualquier cosa sobre búhos o lechuzas, un disco con mis melodías de piano favoritas que me sacan unas lágrimas pero me devuelven la esperanza, algo de Harry Potter o Sailor Moon que me llenan de alegría, una película de zombies clase B que me asusta y hace reír a la vez. Mi videojuego o algún juguete favorito. Guardaría también un libro de cuentos, separadores y libretas. Galletas y un mazapán o cualquier dulce que me guste mucho. También habría una lista de palabras sin sentido para muchos pero que serían un buen mensaje para mí. Un billete que usaría para ir a comprar un rico helado -sobre todo si es de queso-. Cartas que me han dado, fotografías de gente que quiero. 

Es que justamente hoy no ha sido un buen día como mencione al principio, me encuentro sola en un lugar lejos de casa pero que aún así no es extraño, de todas formas me siento asustada, por eso decidí escribir sobre las cosas que me hacen sentir mejor y tuve que parar para que lo anterior no se convirtiera en una novela.

Ahora que lo pienso bien  hay muchas cosas que me hacen sonreír y para los días tristes pensaré que todo y todos van en dirección a un lugar en que haremos una fiesta. Porque en realidad todo lo que vale la pena para mí no podría caber en una simple caja roja.


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