Siempre
he pensado sobre lo que sucede con lo que nunca será. Ese algo desconocido que atormenta.
¿Y todas
esas personas que nunca conoceremos?
¿Y todos
los besos que jamás daremos ni recibiremos?
¿Y todos
los abrazos que se perderán en el aire?
¿Y todas
las puertas y ventanas que jamás abriremos?
¿Y todos
los paisajes que no contemplaremos?
¿Y todos
los sabores que jamás degustaremos?
¿Y todas
las bellas fragancias que desconoceremos?
¿Y todo
el conocimiento que nunca obtendremos?
¿Y todas
las sonrisas que jamás veremos?
¿Y todos
los llantos que no consolaremos?
¿Y todas
las historias que jamás nos serán contadas?
¿Y todos
los libros que nunca leeremos?
¿Y todas
las canciones que jamás escucharemos?
¿Y todos
los caminos que no recorreremos?
¿Y todas
las letras que ya no escribiremos?
¿Y todas
las nubes a las que ya no daremos forma?
¿Y todo
lo que nunca amaremos?
¿Y toda
la vida que nos perderemos?
Probablemente
todo quede suspendido en la nada y se ahogue en el vacío.
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