Acércate.

Recuerda que el problema con la locura es que ya no es vista como una virtud.


Bienvenidos

abril 30, 2012

Eternidad.


Hoy estaba lloviendo, todo el día parecía desplomarse del cielo. Las calles se transformaron en ríos, yo caminaba al borde de sus orillas y olas se levantaban al transitar autos de maliciosos conductores. Caminé hasta mi ciudad y cuando doble la esquina, la noche se había comido a mi pueblo, no había alumbrado alguno en sus calles ni en sus hogares. Caminé un poco más hasta toparme con una gran sombra en medio de la calle, me impacto la escena de lo fuera de lugar, era enorme y sin forma, como una montaña de hojas, espera, hojas ¡un árbol! entonces vi que era uno de muchos que yacían descuartizados en el suelo por el viento. Seguí caminando, la lluvia continuaba rociando mis ropas y empapando mis cabellos, hasta que del cielo cayó una gota pesada estrellándose en mi frente, bajo por mi mejilla derecha hasta romperse en mi boca y entró por las hendiduras de mis labios hasta mojar la punta de mi lengua, tenía un sabor misteriosamente familiar, ferroso, tibio y levemente insípido, más pesado que el agua. Espera ¡sangre! Alcé mi vista al cielo y del firmamento venían millones de gotas, que cubriendo el cielo carmesí comenzaron a despeñarse sobre la ciudad. Esa noche, el mundo se tiño de rojo.

Desperté, como todos los días, desperté. Recostada miraba fijamente al reloj, que con sus números rojos marcaba las 4:59 am. Justo antes de sonar su alarma lo apagué. Me giré bocarriba, y perdida observaba el techo incompleto de mi habitación, el mismo que he visto desde años en este departamento. Vigilaba esa cavidad, ese hueco oscuro de donde constantemente parecía escuchar murmullos, como pequeñas voces llamándome a la distancia, pero como siempre, lo ignoré.

El clima no era tan frio como el agua de la regadera, me gusta colocarme debajo y dejar salir el agua helada de golpe sobre mi, esperando algún súbito respiro o alguna bocanada de aire por escalofrió como toda la gente normal haría, pero hice lo mismo de siempre, cerré mis ojos, apunte mi cara al suelo y al sentir el agua caer por mi espalada me decepcioné, de nuevo para variar. No me sorprendió.

Cerré el candado de mi portal y observé al perro blanco postrado en el suelo del patio viéndome partir. Cielo gris. Las calles eran las mismas, no había rojo por ningún lado.

Siempre he sentido que en las 24 horas de la "existencia" el universo ha ocupado una hora, nuestro mundo 3 minutos y la humanidad cerca de segundo y medio. Es increíble como pensamos que llevamos aquí desde siempre, cuando el universo ni siquiera se ha percatado que estamos aquí.

Esa sensación, de que en realidad el tiempo corre mil veces más lento de lo que creemos invade mis entrañas. Es como si al momento de caer una gota al suelo, en su interior se formara un cosmos, en el interior de ese cosmos surgiera vida, hubiera muerte y naciera vida otra vez, se formaran países, fronteras, revoluciones, religiones e ideales, y hasta entre lo más pequeño e ignorado se formara un romance. Pero nadie de ellos sabe, que tan solo están dentro de una gota que está a punto de estrellarse en mi frente, cambiar mientras rueda en mi mejilla, dividirse mientras entra en mi boca y morir al deshacerse en la punta mi lengua.


2 comentarios:

  1. Tengo que confesarte Jimena que me gustan tus letras, y otra confesion, no puedo meterme debajo de una ducha fria,jaja...

    Besos y se feliz!

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  2. Agradezco tus palabras, yo confieso que ahora habían unos cuantos errores en mi escrito pero los he corregido jaja :)

    Gracias por detenerte a leer lo que escribo.

    Un abrazo.

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